La Princes Street (Calle del Príncipe) es la calle principal de la New Town y constituye, junto con sus jardines, la frontera entre la New Town y la Old Town.
Es una calle muy ancha y llena de tiendas de todo tipo. También es donde paran montones de autobuses llegados de todas partes de la ciudad.
Pero sin duda, lo que más llama la atención de toda la calle es el monumento a Sir Walter Scott, que aparece en la foto de arriba y en la de abajo.
Walter Scott nació en Edimburgo en 1771 y es una de los escritores más admirados de Escocia. Sus novelas históricas reavivaron la cultura y el sentimiento escocés. Tras su muerte en 1832, Edimburgo decidió rendirle homenaje y se realizó la estatua de mármol que representa al escritor acompañado de su perro, y esa gran torre, que con sus 61 metros es el monumento más grande del mundo dedicado a un escritor.
Se puede subir al Scott Monument y las vistas desde allí arriba deben ser espectaculares, pero nosotros no subimos.
Ese color tan negro se debe a la contaminación de la ciudad en la época victoriana. Por algo a Edimburgo le llamaban “la vieja humeante”.
Otro de los edificios que destaca en esta avenida es el hotel Balmoral, con su elegante torre del reloj. Como curiosidad, comentar que la escritora J.K. Rowling terminó de escribir el último libre de la saga de Harry Potter mientras se alojaba en este maravilloso hotel.
En la foto de abajo se puede ver otra torre al fondo, es el Monumento a Nelson, que se encuentra en Carlton Hill. Paseamos durante todo el día durante por la New Town, pero el atardecer teníamos que verlo sí o sí desde Carlton Hill.
Carlton Hill es una pequeña colina situada al final de Princes Street que tiene una de las mejores vistas de la ciudad. ¿Y qué luz es la mejor para hacer fotos? Exacto, la del atardecer (bueno, la del amanecer también, pero levantar a mis chicos de cama a según qué horas no es fácil).
Así que cuando empezó a caer la tarde comenzamos a subir por la colina. El día estaba espectacular, lo cual no es muy fácil en Edimburgo en pleno mes de Febrero.
En la foto de arriba, detrás de Gael jugando con una pelota, se puede ver el National Monument, que comenzó siendo una construcción muy ambiciosa para rendir homenaje a los soldados escoceses caídos en las Guerras Napoleónicas. Tan ambicioso era que pretendía ser una réplica del Partenón de Atenas. Pero al poco de empezar la construcción, en 1829, los fondos se terminaron y el monumento quedó tal que así. Pronto el monumento se ganó el apodo de “la desgracia de Edimburgo”, pero con el tiempo la gente le fue cogiendo cariño y hoy es uno de los símbolos de la ciudad.
En la foto de arriba se puede ver el Nelson Monument, dedicado al vicealmirante para conmemorar la victoria en la batalla de Trafalgar. La torre tiene forma de telescopio. Pero lo más curioso del tiempo es la bola situada en su parte superior. Todos los días de lunes a viernes a la 12 en invierno y a la 1 en verano, la dejan caer. Se instaló en 1852 para que, desde el puerto, los marineros pudieran ver su caída y ajustaran de esta forma sus relojes.
Desde el otro lado de la colina se puede ver la New Town y al fondo, el puerto en el fiordo de Forth, que es el lugar donde el río Forth desemboca en el Mar del Norte, tal como se puede ver en la foto de abajo.
Por fin comenzaba a anochecer y a ponerse el sol. Y justo en ese momento aparecieron unas cuantas nubes gordas en el horizonte, así que el atardecer se quedó un poco descolorido.
Las fotos que tenía en mente eran de un precioso atardecer sobre Edimburgo, el sol en esta época del año se pone justo por detrás de la maravillosa torre del Hotel Balmoral, así que era perfecto. Pero el atardecer no fue todo lo bonito que podía haber sido, y además el mejor sitio para hacer las fotos estaba ocupado por un chico que estuvo allí “anclado” durante todo el tiempo que estuvimos en Carlton Hill. Además él iba bien equipado, con su trípode y sus filtros. Bueno, iba bien equipado fotográficamente hablando, porque su ropa no era la adecuada para el frío y el viento que hacía allí: ¡llevaba una camiseta y una sudadera! Así, nada más… se ve que el pobre estaba pelándose de frío, pero ni aún así se movió de allí en toda la puesta de sol.
En fin… estas son algunas de las fotos que pude salvar. ¡Está claro que me tengo que hacer con un trípode de viaje!
Lo que se ve a la izquierda de la torre del Hotel Balmoral, arriba en la colina, es el Castillo de Edimburgo. Y la torre puntiaguda que está más a la izquierda es The Hub. Pero bueno, eso queda para cuando paseemos por la Old Town.
Cuando bajamos de Carlton Hill era ya de noche y, al pasar por Princes Street, nos encontramos con una intervención artística justo al lado de la Academia Real Escocesa de Arte y Arquitectura.
La verdad es que no recuerdo el nombre del autor ni de la obra, pero sé que me encantó. La obra consistía en un montones de cables llenos de bombillas que cambiaban de color y se encendían y apagaban al compás de la música que sonaba. Pasabas entre los cables y los colores y la luz cambiaba.
Y además podía sacar fotos muy curiosas…
La sede del Banco de Escocia en Edimburgo (en la foto de abajo) luce mucho más detrás de todas esas bombillas de color rosa. ¿O no?
Y aquí termina nuestro paseo por la New Town. ¡El próximo día comenzamos con la Old Town!