Por fin, después de un pequeño paseo por Shoreditch, llegamos a nuestro destino: el mercado de Brick Lane.
Brick Lane es una calle bastante larga que se llena de puestos todos los domingos.
Es tal la cantidad y variedad de cosas que hay aquí que es imposible verlo todo en un solo día. En realidad no es un solo mercado, sino muchos juntos.
Además de los puestos de frutas y verduras, podemos encontrar cualquier cosa de segunda mano.
Como siempre, mi hijo mayor y su padre, se pasaron un buen rato en un puesto de viejos vinilos. Lo que disfrutan revolviendo, aunque al final no puedan comprar nada.
Cuando digo que hay de todo, es que hay de todo. En qué otro mercadillo podemos encontrar un maniquí como el de abajo?
Hay montones de puestos y tiendas de muebles y ropa vintage, pero si de verdad se quiere comprar algo, hay que tener paciencia, mirar y rebuscar. Yo no tenía intención de comprar nada, pero en una esquina encontré un puesto con material de fotografía, así que decidí ponerme a revolver un poco a ver si encontraba algo interesante y ¡bingo! lo encontré. Me traje un objetivo muy bueno a precio de ganga.
También hay un montón de actuaciones en la calle. Me encantó el ambiente de este lugar.
Un poco más adelante está el mercado de comida y como nos coincidía justo con la hora de comer, pues nos pusimos manos a la obra.
Hay montones de puestos donde elegir comida de todo tipo: china, japonesa, mexicana, griega, india... Todo en cajas de cartón para llevar.
Aquí la gente es experta en comer al mismo tiempo que pasea, pero a nosotros aún nos cuesta un poco, así que buscamos un lugar donde poder sentarnos jejeje
La comida estaba bastante buena. Unas cosas mejores que otras, pero desde luego mucho mejor de lo que esperaba. La ventaja de comer en los puestos callejeros es cada uno puede elegir el puesto en el que quiere comer, probamos especialidades de distintos países y siempre se puede volver a por más si nos quedamos con hambre.
Al final nos metimos por un callejoncito y encontramos una especie de patio lleno de mesas y bancos donde pudimos comer tranquilamente. Me imagino que en verano esto estará lleno de gente, pero en Febrero estaba vacío.
Con todo, creo que lo mejor de este lugar no son los puestos y tiendas, ni la cantidad de cosas que puedas encontrar, sino el ambiente que hay. Quedarte quieta un rato y simplemente, ver pasar a la gente... Solo por éso, vale la pena ir.
Porque puedes encontrar de todo. Claro que hay muchos turistas como nosotros, pero también típicos ingleses que van el domingo a un mercado con corbata y chaqueta de tweed.
O rockeros de toda la vida...
Y chicas que van a la última, superelegantes!
Antiguamente Brick Lane era el barrio de la comunidad bangladeshí que residía en Londres. De hecho se le conoce como Banglatown, así que los nombres de las calles están "subtitulados" en bangladeshí.