Y por fin llegamos a Mont Saint Michel, uno de los lugares que más ganas tenía de conocer en este viaje, y la verdad es que no me defraudó. Al contrario, a pesar de la cantidad de gente y de las obras, salí de allí totalmente enamorada de este lugar maravilloso.
El Mont Saint Michel es una pequeña isla situada en el estuario del río Couesnon, en Normandía.
Su nombre se debe a la abadía que corona el monte, consagrada al arcángel San Miguel (Saint Michel en francés), que mandó construir el obisto de Arvanches en el siglo VIII ó IX. Aunque en aquel momento se contrutó solo una iglesia. Pero en el año 996 se establece allí una comunidad de monjes benedictinos a petición dle duque de Normandía, y es a partir de ese momento que empiezan a realizarse la mayoría de las construcciones de la isla.
Fue uno de los principales lugares de peregrinación durante la Edad Media, junto con Santiago de Compostela y Roma. Y actualmente es uno de los lugares más visitados en Francia.
Durante siglos fue un lugar de muy difícil acceso debido a las bruscas mareas del lugar (hasta 14,5 metros dos veces al día), que hacían que solo se pudiera llegar por tierra cuando la marea estaba baja o en barco cuando la marea estaba baja.
Hace años se construyó una carretera que permitía llegar con los coches hasta la isla, pero cuando fuimos nosotros estaba prohibida la circulación de turismos por la misma, ya que estaba en obras. No sé si la están eliminando o simplemente modificando. Hay una zona de aparcamiento enorme desde la que salen autobuses periódicamente hacia la isla, y así es como llegamos nosotros.
Yo me quedé enamorada de la belleza de Mont Saint Michel y, sobre todo, emocionada de poder visitar un lugar con tanta historia. Pensar que todas esas casas, iglesias, etc. llevan ahí tantos años y tener el privilegio de visitarlas... Hizo que se me pusiera un nudo en la garganta nada más pisar la isla. Pero bueno... no me hagáis mucho caso que yo soy de lágrima fácil jajaja
Como ya os comenté al principio del post, había una cantidad increíble de gente. Nosotros, inocentes, llevábamos las mochilas preparadas para hacer un pequeño picnic, pero nos fue imposible encontrar un sitio medio decente en esas calles tan estrechitas llenas de gente. Pero bueno, aún así nos apañamos. Encontramos una pequeña calle menos transitada y allí nos sentamos, y como podéis ver en la foto de abajo, hicimos todo lo posible para no estorbar jejeje
También me fue difícil sacar fotos debido a la estreche de sus calles y a la cantidad de turistas, pero todo era taaaan bonito, que yo hice fotos igual. Ya sé que no son grandes fotos, pero para mi son preciosos recuerdos.
Durante nuestra visita la marea estaba baja, y se podían ver personas paseando por los arenales alrededor de la isla. Pero por lo visto hay que tener precaución, ya que la marea sube mucho y de manera muy rápida. Incluso hay zonas de la isla que quedan inundadas, y ya hay carteles avisándolo.
En la web del Mont Saint Michel tenéis toda la información, incluidos los horarios de las mareas
Nosotros no entramos en la abadía. Había muchísima cola, así que lo dejamos para la próxima visita ;-)
Creo que es un buen truco lo de dejar cosas pendientes que quieres hacer en los viajes, así siempre queda la esperanza de que vas a volver jejeje...
Así que bueno, me conformé con hacer fotos de la abadía por fuera...
Y también desde las alturas, porque desde allá arriba las vistas son espectaculares.
Y ese cielo taaaaan bonito, que parece que tiene nubes de algodón. Por no hablar de los tejados de las casas... ¡Cada cual más bonito!
La próxima semana, la segunda entrega de Mont Saint Michel, que para ser una isla tan pequeñita, lo que da de sí, eh! jajaja