Después de nuestra parada en Donostia, cogimos el coche rumbo a Francia. Concretamente al camping que habíamos reservado en el País Vasco-Francés, cerca de San Juan de Luz.
Teníamos reservado un bungalow con capacidad para 6 personas, baño y cocina.
El camping es espectacular. Esta es la web, por si os sirve para algún viaje. Porque de verdad que es muy recomendable. Yo lo encontré gracias a una amiga que me habló de él cuando le comenté que íbamos de viaje por la zona. Es una amiga a la que nunca he visto en persona, ¡maravillas del mundo de internet!
El bungalow estaba muy limpio y todo en muy buen estado. Las instalaciones del camping, para quitarse el sombrero: restaurante, bar, tienda, piscina cubierta climatizada y piscina al aire libre con unos toboganes chulísimos. Ni que decir tiene que nos costó un montón sacar a las cabras de allí todos los días jajaja... Lo bueno es que nuestro bungalow estaba muy cerca de la piscina, así que en cuanto tenían un ratito, ¡allá se iban!
La siguiente visita fue a un pueblo encantador que se llama La Bastide-Clairence.
La Bastide-Clairence está considerada como una de las villas más bellas de Francia, según la asociación Les Plus Beaux Villages de France.
A mi me maravilla ver pueblos enteros así de bien conservados. Todas sus casas siguen los cánones típicos de las construcciones vascas. Y encima tienen flores por todas partes.
Muchas de las casas tienen en su fachada el año de construcción, como ésta, del año 1583.
La mayoría de las tiendas vendían productos artesanos: dulces, quesos, porcelana, ropa de lana hecha a mano en un taller que pudimos visitar...
Y los jardines, por supuesto, primorosamente cuidados.
La Bastide-Clairence es un pueblo pequeño, pero que creo que vale la pena visitar.