El Cabo Vilán está situado en A Costa da Morte. Sin duda, uno de los lugares más bonitos de la costa gallega.
Y no será que nuestra costa no tiene rincones espectaculares. Pero sin duda la belleza salvaje y ruda de este pedazo de Galicia es especial. Porque sus paisajes son espectaculares, sí. Y rudos también. Por algo se llama A Costa da Morte, porque en esa zona se cuentan los naufragios por decenas.
En la punta del Cabo Vilán se encuentra el faro que lleva el mismo nombre. Es el faro eléctrico más antiguo de España. El pasado 15 de Enero se cumplieron 120 años de su puesta en marcha.
En la antigua casa del farero, situada a los pies del faro, suele haber exposiciones y hay un museo dedicado a la historia del faro. En la página web del faro podéis consultar horarios y actividades.
Nosotros pudimos disfrutar de un maravilloso y soleado día de Septiembre. Y aún así hacía un viento que no era ni medio normal.
Se ve que ese viento es habitual en la zona, porque el faro está unido a la antigua casa del farero por unas escaleras completamente cerradas por un túnel, tal como se puede ver en la foto de abajo:
Allí cerca se pueden ver los restos del antiguo faro de vapor que se puso en funcionamiento en 1854. Pero este faro no estaba situado en la parte más elevada del acantilado, así que dejaba zonas ciegas, y por éso se decidió construir un faro nuevo en la ubicación del actual.
Hay una carretera sin asfaltar que va bordeando la costa desde el faro Vilán bordeando la costa hacia el norte. Creo que yo me hubiera parado cada 10 metros a contemplar el paisaje y a hacer fotos. Es un tramo de carretera bellísimo.
Nuestra siguiente parada era el Cemiterio dos Ingleses, pero por el camino nos encontramos con esta playa, que no sabemos ni cómo se llama (si alguien lo sabe, por favor que me lo diga) y no pudimos resistir la tentación de bajar a verla de cerca y a tocar esa arena finísima. Teníamos que comprobar que era real, porque de tan bonita que era no nos lo parecía.
El agua transparente. Y sin embargo mirando a lo lejos se podían distinguir todos los tonos de azul... Y por si fuera poco, el mar hacía una piscina en medio de la playa.
La cabra media, la cabra pequeña y el padre se vinieron arriba. Se pusieron los bañadores y se dieron un baño en esas aguas heladas. Pero lo peor no era la temperatura del agua, al fin y al cabo los gallegos estamos acostumbrados al agua "fresquita", ¡sino el viento que hacía!
La cabra mayor y yo nos quedamos haciendo fotos tan ricamente jejeje
Unos kilómetros más adelante logré convencerlos para hacer una parada pequeña. La silueta del faro sobre el acantilado a contraluz, bien merecía una foto.
Pero la verdad es que yo no he sido capaz de captar toda la belleza del lugar en las fotos. Se quedan muy pequeñas...