Entre Pontevedra y Marín se encuentra este maravilloso pazo contruido a principios del siglo XIX.
La finca mide unas 54 hectáreas y actualmente es el Centro de Investigacións Forestais e Ambientais de Lourizán y depende de la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia.
Al pazo se accede por una escalinata espectacular coronada por dos estatuas.
Desde lo alto de la escalera las vistas son espectaculares:
El pazo está cerrado al público (al menos habitualmente, no sé si lo abren alguna vez), y es una pena, porque por lo poco que se puede ver por los ventanales es una belleza.
El pazo fue propiedad de Monterio Ríos a finales del siglo XIX, que lo convirtió en su residencia de descanso. Por lo que seguramente estas paredes han visto pasar por aquí a políticos y otros personajes destacados de aquella época.
El jardín cuenta con más de 1900 árboles, muchos de ellos de grandes dimensiones y provenientes de muchos lugares del mundo.
La finca tiene una carretera de acceso por la que se puede entrar con coche de lunes a viernes de 8:00 a 15:00. Por las tardes y los fines de semana, no está permitido entrar con el coche, pero sí se puede entrar caminando. Y la verdad, casi mejor, para así poder disfrutar de esa parte de la finca dando un paseo.
Cerca de la entrada está "a fonde dos tornos", que tiene un lavadero y que data del siglo XVII.
Más próxima al pazo se encuentra la gruta-fuente de los espejos, del siglo XIX, que es bastante curiosa.
Nosotros tenemos que repetir la visita porque no nos dio tiempo a ver toda la finca, y seguro que vale la pena.
En la parte de atrás del pazo hay un invernadero precioso de hierro y cristal y un hórreo de 8 pared de pies construido en el año 1798.
Me temo que me está quedando un post demasiado largo, pero había tantos detalles por todas partes, que no podía parar de hacer fotos. y por mucho que seleccione"unas pocas" para el post, siguen siendo demasiadas.
Fuimos un día de Septiembre, así que ya encontramos erizos de castañas en el suelo...
¡Y esa luz de los atardeceres de otoño, que me gusta tanto!
Y más castañas ;-)
Sin duda una visita que vale la pena. Y nosotros, teniéndolo tan cerca, no habíamos ido en años. Pa'matarnos!!