Después de visitar Faulensee, nos dirigimos a Grindelwald.
Las vistas desde el coche, camino a este hermoso pueblo de montaña, ya prometían. Con este paisaje, ¿a quién le importa que haya tráfico? Al contrario, así tenemos más tiempo para deleitarnos con tanta belleza.
Y al llegar al pueblo, pues más vistas alucinantes. Grindelwald es pequeño y está enclavado en los Alpes suizos, en la región del Junfra.
A lo lejos podíamos ver las cumbres nevadas de las montañas. Las construcciones, preciosas y respetando la arquitectura tradicional de la zona. Y flores, montones de flores por todas partes.
Desde aquí se pueden hacer varias rutas de distinta dificultad. Nosotros no teníamos mucho tiempo, ya llegamos justos para comer. Menos mal que hacía buen tiempo y había montones de lugares tranquilos para hacer un picnic con unas vistas de quitar el hipo en cualquier rincón.
Descansamos un rato tirados en la hierba admirando las montañas y luego dimos un buen paseo por el pueblo.
Es increíble verse rodeado de todas esas majestuosas montañas. Lo que debe ser hacer una ruta... alucinante!