Después de visitar los patios de Hackescher-Höfe y el callejón de Dead Chicken Alley, continuamos nuestro recorrido por el corazón del barrio judío.
Ya estaba comenzando a anochecer y el cielo lleno e nubes nos dejaba una puesta de sol maravillosa con la cúpula de la nueva sinagoga de protagonista.
Scheunenviertel es un barrio lleno de vida, con montones de tiendas de todos los tipos, cafeterías y galerías de arte.
Pero también es un barrio que no olvida, como ocurre en todo Berlín. Hay varios monumentos en recuerdo de las barbaridades ocurridas a lo largo de su historia. Uno de ellos en la entrada de un cementerio judío que hay ubicado entre edificios. La verdad es que no tengo ninguna foto, porque no sé porqué no me gusta hacer fotos a este tipo de cosas...
Pero nos llamó la atención que el monumento, así como el muro del cementerio estuviera lleno de pequeñas piedrecitas, que parecía que la gente iba dejando allí.
En una parada que hicimos para tomar un café en una cafetería, aprovechamos que teníamos Wi-Fi y consultamos lo de las piedras. Por lo visto los judíos tienen la costumbre de colocar pequeñas piedras en las tumbas de sus muertos en lugar de flores.
En este barrio fue donde comenzó la tristemente famosa Noche de los cristales rotos.
La noche del 9 al 10 de Noviembre de 1938, una serie de ataques hacia los judíos de Berlín, llevados a cabo por las tropas de asalto de las SA junto con población civil.
Los responsables nazis hicieron ver que estos ataques habían sido una reacción espontánea de la población civil contra los judíos como respuesta al asesinato de un empleado de la embajada de Alemania en París a manos de un joven judío. Pero luego se supo que todo había sido perfectamente organizado y promovido por Hitler y Goebbels, y que los ataques habían sido llevados a cabo, no solo por las milicias de las SA, sino también por las SS y por las juventudes hitlerianas.
Se la conoce como noche de los cristales rotos porque las calles del barrio quedaron cubiertas de cristales rotos de los escaparates de las tiendas y las ventanas de las viviendas.
Durante los días que duraron estos acontecimientos, fueron asesinados casi 100 judíos y otros 30.000 fueron detenidos y enviados a campos de concentración.
También fueron destruidas todas las sinagogas del país. La sinagoga de Berlín logró salvarse gracias a que un teniente logró que los bomberos entraran y lograran que se sofocara el fuego.
Hoy en día la sinagoga está fuertemente vigilada. Creo que fue uno de los pocos lugares de Berlín donde vimos tanta seguridad.
Después de este maravilloso recorrido por el barrio judío y de un día muy largo, nos fuimos en metro hasta el barrio donde estaba nuestro hostal, y allí nos fuimos a cenar al Maximilians, un restaurante de comida típica alemana que no es caro y en el que la verdad es que cenamos muy bien!