Pasando el Cabo Vilán por la carretera que va pegada a la costa, llegamos a Cementerio de los Ingleses (Cemiterio dos Ingleses en gallego).
Esa zona, cercana a la Punta do Boi es una de las más peligrosas de la Costa da Morte. Allí han fallecido 245 personas en 8 naufragios.
Pero sin duda el más trágicamente famoso fue el naufragio del Serpent, un acorazado inglés que partió de Plymouth rumbo a Sierra Leona, pasando por Madeira el 8 de Noviembre de 1890.
El 10 de Noviembre por la noche, un fuerte temporal hizo que chocara contra la Punta do Boi. Intentaron lanzar cabos, pero el mar los rompía contra las rocas.
Solo sobrevivieron tres tripulantes. En los días posteriores el mar fue devolviendo los cuerpos de los otros 172 tripulantes a la playa del Trece.
El cura de la parroquia de Xaviña movilizó a los vecinos para enterrar a los muertos. En el interior están enterrados el capitán y los oficiales, mientras que los marineros están enterrados fuera del recinto.
Delante del Cementerio de los ingleses hay una zona de rocas en las que se pueden ver decenas de milladoiros.
Aquí les llamamos milladoiros a estos montículos de piedras colocadas unas encima de otras. Por lo visto tienen un origen preromano: era costumbre que cada caminante que pasara por un cruce de caminos, colocara una piedra una encima de las que ya había colocadas.
Por supuesto mis cabras hicieron un milladoiro cada uno. Éso sí, sin destrozar ninguno de los ya había hechos.
Después de dejar atrás el Cementerio de los ingleses, nos dirigimos a la Playa de los Cristales (Praia dos Cristais en gallego), aunque primero paramos en un merendero a reponer fuerzas. Y también a echarnos unas risas...
En esta pequeña playa de Laxe antes había un vertedero al que se tiraban, entre otras porquerías, envases de cristal que las olas arrastraban al mar.
Y el mar los fue devolviendo en forma de pequeños cristales pulidos.
Hace años ya sacaron de ahí el vertedero, pero los cristales se quedaron mezclados con la arena.
Aviso a los que estáis pensando en hacer una visita: ¡está prohibido llevarse los cristales de la playa!