Después de nuestra visita a Arromanches, fuimos a Longues-sur-Mer a visitar la batería que aún se conserva allí. Está formada por 4 búnkers abiertos y en cada búnker hay instalado un cañón.
Es la única batería de la zona que aún conserva los cañones originales. La misión de esta batería era atacar a los barcos aliados que se acercaran por esa zona de la costa. Los cañones tenían un alcance de unos 20 Km.
Los meses anteriores al desembarco, esta zona sufrió diversos bombardeos sin que la batería llegara a sufrir daños importantes. El día del desembarco los cañones de esta batería abrieron fuego contra la flota aliada que se acercaba a la playa de Omaha. Hasta que por fin a las 8:45 de la mañana las fuerzas aliadas lograron poner por fin esta batería fuera de combate.
Como me pasó en todas las visitas a lugares emblemáticos de la Segunda Guerra Mundial en Normandía, esta visita me encogió el corazón. Pero también fui capaz de disfrutar de la increíble belleza del lugar.
Llegamos por la tarde y cuando el sol empezó a esconderse todo el campo se volvió dorado.
Como en casi cada esquina de Normandía, allí también había mesas para hacer picnic, así que aprovechamos para cenar admirando esa puesta de sol maravillosa. En la pequeña nevera que llevábamos siempre en el coche, llevamos las cosas para preparar una cena fría, como casi todas las de nuestro viaje, pero las disfrutamos tanto! Y es que cenar en estos lugares tan especiales es mejor que la mejor de las viandas.
De regreso al hotel hicimos una paradita para poder hacer unas fotos con estas balas de paja tan bonitas que decoran toda Normandía. Ya era casi de noche y la luna estaba ya en el cielo.
Esa noche fue la última que pasaríamos en la hermosa Normandía. Al día siguiente partiríamos rumbo a París!