Después de pasear por los Campos Elíseos e incluso hacer un picnic en ellos (en este post), pusimos rumbo al Jardín de las Tullerías.
Está situado en pleno centro y va desde la Plaza de Concordia hasta el Museo del Louvre.
En la foto de abajo puede verse la Plaza de la Concordia, donde está el famoso obelisco egipcio. Este obelisco estaba originalmente en la entrada del templo de Luxor y fue un regalo del gobierno egipcio al francés en 1833.
Detrás del obelisco puede verse el Arco de Triunfo, sin duda otro de los monumentos más famosos de París. El Arco del Triunfo fue construido por óden de Napoleón entre 1806 y 1836 para conmemoras el triunfo en la batalla de Austerlitz.
El Jardín de las Tullerías fue el primer parque público de París y, debido a su situación, están siempre muy concurridos, tanto por turistas como por parisinos. Lo cierto es que constituyen un verdadero oasis en pleno centro de la ciudad. Allí uno se siente un poco aislado y al mismo tiempo, levantar la vista y ver esos característicos tejados grises de París... te hace darte cuenta de que estás en el centro de una de las ciudades más bonitas de Europa.
El jardín está repleto de árboles y también de esculturas. Y hay montones de sillas en las que te puedes sentar sin tener que pagar consumición ni alquiler, lo cual es una gozada para los viajeros low-cost como nosotros jajajaja... Algunas están situadas a la sombra, otras están colocadas al sol junto a los estanques.
En uno de los laterales del jardín hay una gran noria. Nosotros no subimos, pero me imagino que desde lo alto debe haber unas vistas espectaculares del Louvre y las Tullerías.
Al otro extremo de la Plaza de la Concordia, está el Louvre, majestuoso. Con su ya icónica entrada en forma de pirámide. ¡Y colas inmensas de gente esperando para entrar!
Después de pasear y descansar en las Tullerías, nos fuimos a callejear por París. No sé si en otra ciudad del mundo es fácil ver una estampa como la siguiente: una chica con unos tacones enormes y un estilazo increíble en su bicicleta azul pastel vintage.
Aprovechamos para tomar algo frío en un Starbuck's (hacía un calorrrrrr). Sí, lo sé, es un lujo totalmente prescindible. Peeeeero... nos encanta jajaja... Y como donde vivimos no hay ninguno en kilómetros, pues aprovechamos para hacer una visita cuando vamos de viaje a una gran ciudad jajaja. ¡Y además tienen wifi gratis! Lo cual nos viene de maravilla para hablar con la familia por whatsapp y mandarles algunas fotitos. Bueno, y también para colgar alguna en el instagram jajaja...
Y estando en el Starbuck's cómodamente sentada en un sillón de ésos que son un lujo asiático después de llevar no sé cuántas horas pateando, veo esta estampa: una chica sentada junto a la ventana (que por cierto tenía unas vistas preciosas), escribiendo "a mano", nada de tablet ni portátil, allí estaba ella bolígrafo en mano escribiendo sin parar en una libreta. Sola.
¿No os pasa que a veces veis a alguien y empezáis a imaginar historias? Pues quién sabe... ¿Será algun día una escritora famosa?
Una foto obligada: las típicas bocas del metro parisinas, de estilo art nouveau:
Al atardecer llegamos a la catedral de Notre Dame. No pude hacer fotos "como es debido" porque en la plaza que hay justo delante habían montando unas gradas enormes. Se celebraban no me acuerdo cuántos años de su construcción y había un montón de espectáculos programados y por eso habían montado las gradas.
La Catedral de Notre Dame es una catedral de culto católico y está dedicada a la virgen María. Fue construida entre 1163 y 1345 y está situada en la Îlle de la Cité, una pequeña isla en medio del Sena. Se trata de uno de las construcciones góticas más antiguas del mundo.
Todo el mundo recomienda visitar sus torres y admirar de cerca sus famosas gárgolas, así como las maravillosas vistas de la ciudad. Pero lo cierto es que nosotros aún no hemos subido. Hay que tener en cuenta que es necesario subir 387 escalones a pie, no hay ascensor ni nada parecido. Así que si vais con peques la cosa se complica. Y cuando los peques ya dejaron de ser tan peques, lo que nos echó para atrás fueron las colas inmensas que se llegan a formar. Pero para la próxima visita (que espero que la haya, París es una ciudad a la que siempre hay que volver), voy a subir sí o sí. ¡¡Un buen madrugón y a por esos 387 escalones!!
Nosotros aprovechamos y cenamos allí viendo un espectáculo de unos artistas callejeros muy buenos, la verdad. Nos acercamos a una panadería y compramos unos bocadillos. Es un recurso fácil, barato y normalmente muy sabroso. En muchas de las panaderías/cafeterías de París venden bocadillos ya hechos para llevar. No suelen ser muy caros y la verdad es que suelen tener muchísima variedad.
Se nos hizo de Noche en Notre Dame, y aproveché para hacer algunas fotillos de las que se salvaron pocas, la verdad porque hacer fotos de noche sin trípode es más que complicado.
Cuando ya no íbamos, me fijé que la luna llena asomaba justo al lado de la catedral y allí nos quedamos otro buen rato haciendo fotos. Y, aún sabiendo que la foto no iba a ser todo lo buena que debería, ¿quién se resiste a intentarlo? No todos los días tengo el lujo de ver la luna llena en París y encima pegadita a Notre Dame.