Después de haber visitado Brujas, nos dirigimos a Gante, que era donde teníamos el hotel.
Como siempre, para abaratar el viaje, y aprovechando que íbamos con coche, escogimos un hotel en las afueras, en unos de esos típicos polígonos empresariales sin ningún encanto, pero a menos de 10 minutos en coche del centro de Gante, barato y limpio. Y encima este tenía un buen desayuno incluido. Es un Holiday Inn Express y esta es su web.
Gante está apenas a 45 minutos de Brujas. Es una ciudad pequeña, pero la verdad es que se merece una visita de más de un día, así que tenemos pendiente regresar, porque nosotros estuvimos allí apenas mediodía: desde la mañana temprano hasta después de comer. Y a mi me supo a poco, la verdad.
Aquí también tienen una torre de campanario, al igual que en Brujas (foto de arriba), a la que se puede subir para admirar las vistas de la ciudad.
La catedral estaba en obras cuando fuimos, pero pudimos entrar. Una de las mayores atracciones culturales de la ciudad se encuentra guardada en la catedral de San Bavón: La adoración del cordero místico. Una de las grandes obras maestras de la pintura flamenca. Se trata de un conjunto de 12 tablas pintadas al óleo en 1432 por los hermanos Van Eyck.
Lo cierto es que la catedral alberga muchas más obras importantes, tanto pictóricas como escultóricas. Es un verdadero museo.
Tras una breve visita a la catedral, fuimos a patear la ciudad, que es realmente hermosa.
Me imagino que debe ser una maravilla darse un paseo en barco por sus canales. Pero como nosotros teníamos poco tiempo y escaso presupuesto, decidimos tan solo patear.
Como ocurre en estas maravillosas ciudades europeas, me maravilla ver la armonía en sus fachadas, tan cuidadas y decoradas con flores.
¡Una vez más me pareció estar en una ciudad de cuento de hadas!
Nos acercamos hasta el castillo de los Condes de Flandes, que se encuentra en el centro de la ciudad. Por lo visto destaca porque es el único castillo medieval de Flandes que conserva su sistema de defensa casi intacto.
Se pueden visitar casi todas sus estancias, pero nosotros solo cruzamos el portón hasta el patio interior.
¡Todos y cada uno de los canales por los que pasamos eran maravillosos!
Y flores y más flores. En los bordes de los canales, en los puentes, en las ventanas...
Vamos, que me quedé con ganas de Gante jajajaja... Sin duda, hay que repetir!