Nuestra primera mañana en Nueva York nos despertamos temprano y mientras esperábamos a que el resto de la familia se preparara, nosotros cinco salimos a patear un rato por los alrededores.
Nuestro hotel estaba cerca de Times Square, y también el Rockefeller Center estaba muy a mano.
Una imagen tipiquísima de Nueva York son los taxis. Todos amarillos. Y los autobuses escolares. Todos amarillos también.
Otra cosa que no olvidaremos es que, a pesar de no haber ni rastro de nieve y que la mayoría de los días estuvieron soleados, hacía un frío que pelaba. Sobre todo en las orejas y en la nariz.
Los que no llevaron gorros que cubrían las orejas, tuvieron que comprar orejeras en un puestillo callejero, porque hacía un viento frío que parecía que te las cortaba. BRRRRR!!
Restaurantes por todas las esquinas. De todos los tipos que os podáis imaginar. Alucinante.
Otra cosa típica: la comida callejera. Aquí la cabra pequeña con su flamante desayuno: un donuts con chocolate y pepitas que es más grande que él jajaja
Times Square al fondo. Y gente y más gente.
Las profes de la guardería llevando a los peques de paseo en unos carritos curiosísimos. Me pareció un inventazo!
El tren navideño de Rockefeller Center y todos los peques de la familia posando con él. Madre mía, cómo pasa el tiempo! Qué pequeños están en esta foto!!
Más Rockefeller Center y esas luces navideñas gigantes. Me encantan!
Y más comida callejera. En este caso unos pretzels. Una especie de pan de origen alemán que por lo visto los neoyorquinos adoran.
Como veis, es un viernes raro. Sin libro ni canción ni película ni serie. Pero quiero mostraros este viaje durante las Navidades, así que necesito los días jejeje. Ya se sabe que las Navidades trastocan todo!