Una de las cosas que hay que hacer si vas a Nueva York en Navidad es patinar sobre hielo. Da igual si nunca lo has hecho antes. Da igual que parezcas un pato borracho sobre los patines. Solo hay una oportunidad en la vida de hacerlo, así que hay que hacerlo.
Antes de ir estuve mirando por internet qué pistas de hielo había, cómo estaban de concurridas, etc. La más famosa es quizás la del Rockefeller Center, pero suele haber mucha gente siempre. También hay otra en Central Park, que seguro que es preciosa. Pero en un blog vi la de Bryant Park, y decía que no solía haber tanta gente y que era preciosa.
Así que allá nos fuimos. Era una mañana soleada pero fría. Había una luz preciosa, con ese sol neoyorkino asomando entre los edificios.
Bryant Park es un parque encantador situado entre edificios altos, un pequeño oasis rodeado de edificios de oficinas. Dicho así quizás no suena muy bien, pero de verdad que es un parque precioso, tiene muchísimo encanto.
No recuerdo cuánto nos costó, la verdad. Creo que lo único que hay que pagar es el alquiler de los patines. Sé que no me pareció caro, claro que yo me esperaba un clavada mayúscula.
Sí, sí... esa de la foto de abajo soy yo. En fin, está claro que el patinaje sobre hielo no es lo mío. Pero al menos conseguí dar algunas vueltas sin ir agarrada a nada y tampoco me caí.
Como veis la pista es muy grande y, aunque hay gente, hay sitio para moverse libremente. Y hay de todo: gente que no tiene ni idea y también gente que hace auténticas maravillas. Los que me mejor patinaron fueron las cabras, claro. Porque están acostumbrados a dar en patinete y en patines que, aunque no es lo mismo que el hielo, ayuda mucho a la cuestión del equilibrio.
Bryant Park está situado muy cerquita de la famosísima Estación Central (Central Station), así que nos fuimos hasta allí dando un paseo.
El edificio que se ve al fondo es el famoso edificio Chrysler. Actualmente es el quinto edificio más alto de Nueva York y, para mi gusto, el más bonito.
Y ahí está la famosa Grand Central Station.
Esta estación se inauguró en 1931 y es la más grande del mundo en número de andenes. Pero lo más espectacular, sin duda, es su hall. En realidad los andenes son subterráneos, así que ni los vimos.
Ese hall que hemos visto en tantas películas y en tantas fotografías. Tiene una luz preciosa que entra por unas enormes cristaleras
En la bóveda están pintadas las constelaciones. Pero, una curiosidad, está pintado al revés de como lo vemos nosotros. Parece que se han inventado mil excusas, pero parece ser que lo cierto es que fue un error.
Cuando se construyó recibió muchas críticas por su coste y sus exageradas dimensiones. Pero el tiempo le dio la razón a las personas que la idearon: entre viajeros y turistas por aquí pasan más de 82 millones de personas al año. Casi nada.
A los lados de hall principal hay galerías con tiendas, restaurantes, cafeterías. Y en el sótano se encuentra el famoso Grand Central Oyster Bar, un restaurante especializado en ostras que lleva ahí desde que se inauguró la estación, hace más de 100 años.