Y que conste que cuando hablo de peludos no hablo de mis hijos jajaja... (aunque la verdad es que suelen llevar el pelo un poco largo), hablo de nuestros perros, Kiwi y Jagger.
En invierno, cuando las playas se quedan desiertas, solemos llevarlos a pasear los fines de semana temprano por la mañana y soltarlos para que se cansen de correr. Bueno, lo de cansarse es un decir, porque no se cansan. Jagger (el pasto alemán) sí se cansa un poco. No suele sentarse, pero a ratos sí camina a nuestro lado a un paso normal.
Pero Kiwi es incansable. No para de correr en todo el tiempo que estamos en la playa. Nada de caminar a paso normal, es más, rara vez trota: casi todo el rato está corriendo a toda velocidad.
Creo que en las fotos se puede apreciar bien la diferencia, no? jajajaja
Este día había una niebla preciosa. Bueno, a mí es que la niebla normalmente me gusta mucho. Claro que hay ocasiones en las que joroba un poco (aún recuerdo una visita al faro de Finisterre donde no podíamos ver más allá de la punta de nuestros pies), pero casi siempre es preciosa y muy fotogénica.
La mañana de este paseo había una niebla densa, de esa que entra por la ría y que los habitantes de la costa conocemos bien. Pero amenazaba con salir el sol, así que a ratos la luz era muy cálida.
Apenas podíamos ver unos metros más allá de la orilla. Después el cielo y el mar se fundían en un manto gris. Las gaviotas volaban "de incógnito" porque apenas se podían distinguir, dejando unas imágenes maravillosas.
Y luego toda esa humedad de la niebla estaba también en las flores y en las hierbas de las dunas en forma de gotas diminutas.
Y bueno, la verdad es que esos poquitos días de niebla medio frescos que tuvimos hace unas semanas fue lo más parecido a un otoño que tuvimos :-( Ahora estamos otra vez asándonos de calor y con los cielos azules. ¡Yo quiero que llueva! Quiero que llegue el otoño de una vez, abrigarme, ponerme las botas y los jerseys de lana. ¡Veroño vete ya!